Con la llegada de un nuevo año empezamos a elaborar proyectos en nuestra mente o a escribirlos ,son metas o cosas pendientes , expectativas a corto .mediano o largo plazo , si somos algo disciplinados tal vez cumplamos algo de lo proyectado.
Para todo lo anterior necesitamos del tiempo ,de hecho es el insumo más valioso que tenemos porque lo pagamos con vida, el tiempo que transcurre es vida que se nos va , por eso es el bien que debemos de cuidar , lo despilfarramos o decimos que no tenemos tiempo de tanto que queremos hacer , de todas maneras el mal empleo de nuestro tiempo no sólo nosotros lo pagamos sino que su impacto se extiende a todos aquellos que están cerca de lo que hacemos , la familia , el trabajo , los amigos son los tres factores que son impactados. Frederic Solergibert establece que el tiempo es inflexible, pasa y no se detiene, aunque a veces tengamos la sensación de todo lo contrario. Es, en apariencia, una variable que no podemos modificar. No podemos, alargarlo, estirarlo, comprarlo o detenerlo. Sin embargo, podemos llegar a controlarlo.
Seguro que cualquiera conoce a personas excesivamente atareadas, cargadas de trabajo que exclaman una y otra vez "no tengo tiempo", "me faltan horas" y expresiones parecidas. ¿Es el tiempo el que nos controla o podemos controlarlo nosotros a él? Esa es la cuestión que cualquier persona debería plantearse.
En nuestra vida las actividades deben ordenarse de acuerdo a su nivel de importancia, en primer lugar debe ser realizado lo importante, en segundo lugar lo urgente. Si actuamos en el orden inverso nunca lo urgente nos permitirá realizar lo importante, y así aquello que valoramos será postergado y posiblemente nunca se realizará.
El tiempo posee ciertas características, entre las cuales destacan las siguientes:
1º El tiempo pasa rápidamente.
2ª El tiempo que ha pasado nunca retornará, ni puede ser compensado.
3ª El tiempo es la cosa más preciosa que poseemos.
De hecho, perder el tiempo es mucho más peligroso que malgastar el dinero, porque a diferencia del dinero el tiempo no puede ser compensado. Tener tiempo libre es una bendición a menudo pasada por alto, y no apreciada por mucha gente. Un viejo proverbio dice: “Hay dos favores de la providencia que son olvidados por muchos: la salud y el tiempo libre.”
Esto indica lo importante que es hacer todo lo posible para hacer del tiempo el mejor uso posible y en cosas útiles. Es por ello que para ganar el juego de la vida es necesario realizar un plan realista que nos ayude a lograr nuestros objetivos y responsabilidades, incluyendo también lugar para el relajamiento y el esparcimiento, pues trabajar nada más sin esparcimiento nos hace poco eficientes.
La esencia de la administración del tiempo no está en vigilar nuestro reloj constantemente, en mantener horarios rígidos, o en completar cualquier tarea en el menor tiempo posible. Lo verdaderamente importante es asegurarnos que nuestras actividades diarias, nuestras acciones y metas a corto plazo están fundamentadas en los valores, sueños y metas a largo plazo que queremos que guíen nuestras vidas.
De nada nos sirve ser eficientes en nuestras actividades diarias si éstas no nos están ayudando a materializar nuestros sueños o vivenciar nuestros valores. Es más, es posible ser muy eficiente en el desarrollo de nuestras actividades diarias y aun así ser poco productivos y experimentar frustración en nuestras vidas.
Einstein decía que el tiempo es una secuencia de eventos en la cual estos eventos, estos acontecimientos, ocurren unos tras otro, del pasado al presente, al futuro. Esta es una de las definiciones más completas y prácticas, puesto que identifica el elemento o la unidad básica del tiempo: los eventos. Así que la clave para administrar el tiempo con éxito no es administrar horas, minutos o segundos, sino administrarnos nosotros mismos y administrar nuestras acciones. Robert D. Foster.dice por su parte que la importancia de las virtudes relacionadas con el tiempo, como la prontitud y la oportunidad, varían de una cultura a otra. Sin embargo, ya sea que vivamos en México o Rumania, Irak o Brasil, Corea o USA, algunas realidades del tiempo nos afectan a todos: El tiempo no puede ser guardado. No podemos comprar tiempo adicional. Cada uno de nosotros tenemos justamente 24 horas en un día. Todos tenemos un número finito de días para vivir sobre la tierra. Por esta razón, ya sea que estemos en una reunión de negocios, estemos trabajando solos con nuestra computadora, estemos pasando tiempo con nuestros amigos o nuestra familia en casa, o estemos en nuestra actividad favorita, debemos mantener en mente que debemos ser buenos administradores del tiempo que tenemos. Una vez que se pierde, ya no puede ser recuperado. Martinez Murillo es de la opinión de que si hacemos una encuesta preguntando los dones y privilegios de que disfruta la gente, recibiremos una larga retahíla de cosas buenas. Algunos mencionarán su buen trabajo y las comodidades que les proporciona, otros añadirán su esposa, sus hijos y su salud. Otros sumarán su fe, el amor de Dios… Pero creo que la mayoría, si no todos, olvidarían un don tan importante como imperceptible. Un don imprescindible que sustenta los otros y sin el que no podríamos hacer nada. Nos puede faltar la salud, los medios materiales, todo lo que quisiéramos, pero este jamás: el don del tiempo.
El tiempo es un don que condiciona todos los demás porque gracias a él podemos disfrutar de los otros dones. El tiempo es como un gran recipiente, dentro del que podemos construir nuestros proyectos, disfrutar de los regalos que nos da la vida. Una vez que este recipiente se nos quita, una vez que se acaba nuestra vida, se acabaron las oportunidades de explotar los otros dones. A pesar de ser tan importante, el tiempo es tan imperceptible como escurridizo.
Por su fugacidad el tiempo se nos puede escapar sin darnos cuenta. Podemos perder nuestro tiempo en la mediocridad. Podemos pasarnos semanas, meses y aún años sumidos en el sueño de la rutina. Podemos transcurrir nuestra vida sin hacerla rendir. Este peligro es una realidad que compromete nuestra existencia y al que debemos estar atentos.