Nadie entiende esa necesidad que tenemos del celular, lo más sencillo es decir que facilitó la comunicación y es cierto aunque nos ha llevado al extremo de creer que controlamos todo pero no es cierto ,es la falsa certidumbre de lo que siempre tiene un margen de lo desconocido , es indudable que nuestra poca tolerancia a la incertidumbre ha salido favorecida con este artilugio. Curiosamente el impacto más visible del celular es cuando estamos en un grupo con gente conocida pero que no nos interesa mucho la interacción , entonces el celular nos sirve para aislarnos , aun con gente que queremos mucho nos gana la compulsión de estar viendo el dichoso aparato , creando molestias comprensibles en los demás que quieren de nosotros el contacto físico y emocional.
Cuando vamos por un pasillo y no queremos saludar , ¡eureka !tomamos el celular y agachamos la cabeza , ya no necesitamos fingir que estamos hablando sino que pretendemos que atendemos un mensajito y si es blackberry pues mejor es el teatro.
En conferencias o sesiones nos encanta apartarnos de esa aburrida situación y de nuevo vamos con el aparatito ; poco falta que inventen un celular que se adhiera a la mano para no tener que guardarlo y tenerlo siempre a disposición.
La más triste de las contradicciones es sin duda que los mensajitos tanto los normales como los de los mensajeros instantáneos ,han terminado con la comunicación emocional esa que aun se lograba al hablar ,si cuando hablamos por teléfono cualquiera que sea el aparato es más fría la comunicación no digamos sólo usando códigos , ya un te amo es facil decirlo sin sentirlo!