No sabemos cuánto tiempo
estaremos ante un estado de transición adaptativa producto de esta pandemia que
cambio todo nuestro estilo de vida.
Las distintas sociedades tendrán
su particular experiencia de la pospandemia, ya que en esto influyen muchos
factores como, la educación, identidad nacional, formas colectivas de vida, costumbres,
valores , sus situaciones
socioeconómicas y gobiernos que los presiden . .
La mente reacciona a lo que le rodea,
esto es como el insumo para procesar la realidad a nuestra manera, solo cada
familia sabe cómo ha pasado este confinamiento, sus distintas realidades en una
sociedad marcada por las clases sociales donde predomina la pobreza, no nos
podemos imaginar el sufrimiento a las que han sido sometidas.
Las famosas secuelas como la ansiedad,
estrés, depresión, suenan como un lujo de clase media para los que no tienen
que comer, no hay tiempo para distinguir si tienen estos padecimientos psicológicos,
su estómago vacío no da tregua.
Entonces lidiamos con algo más
grave que una ansiedad, es desesperanza ,algo que no creemos que existe , pero
que conduce a la mente a pensar que ya nada importa.
Tenemos dos formas de sacudirnos
el confinamiento: una que consiste en la certeza de la medicina de que ya
podemos salir y la social que es la pérdida progresiva de miedo al contagio y
que nos impulsará a salir, probablemente todos lo hagamos por la saturación del
encierro y tomaremos las precauciones producto del miedo acumulado a través de
lo expuesto por lo medios de comunicación.
El problema es que de la
desesperanza a la necesidad de salir solo por sentirse más libre hay mucho
margen en la mentalidad proteccionista, el que va a buscar como comer pierde el
control y olvida las medidas de bioseguridad contrario a los de la clase media
en adelante que saldrán más concentrados, porque sus necesidades perdidas son más
triviales .
La transición exige la
solidaridad y el sentido comunitario de protección mutua , la ruptura del
individualismo para ver por los demás , la asertividad para pedir a otros la
colaboración en la protección al compartir los espacios , la valoración de la
vida , no de manera individual ya que de nada sirve que se intensifiquen las
medidas de bioseguridad si los demás tienen su mente concentrada en conseguir
el sustento . Ya se comprobó con esta pandemia que todos formamos parte de un
sistema integrado donde todo está conectado , ya no podemos pensar que por ser
de una clase social privilegiada vamos a prescindir del contado y servicios de
otros que no pertenecen a nuestra clase . Todos nos necesitamos, y en ese
sentido la única manera de entrar en la transición es prepararnos con esa
mentalidad colaborativa. Las grandes ciudades han colapsado en esta pandemia no
necesariamente solo por albergar mucha población sino porque hemos vivido bajo
el esquema individualista, sin apreciar ni valorar la ayuda comunitaria para el
bien de todos; esta es la mayor lección de la pandemia .
Debemos dar un giro a nuestras
maneras equivocadas de pensar, los valores de la disciplina, honestidad ,
solidaridad deben ser transmitidos de unos a otros aunque
sean desconocidos .Las ciudades ya no subsistirán con los antiguos esquemas ,
la transición es vital para aprender a
convivir con el virus y además mejorar como humanidad.